La conducta eficiente

Algo más que apagar la luz: la conducta eficiente

La conducta eficiente (en materia de energía) es una parte fundamental de la medidas de ahorro que podemos llevar a cabo en nuestra nuestra casa. Incluye varios tipos de acciones: las hay “instintivas” y cotidianas, como el hábito de apagar la luz cuando se sale de una habitación. Otras requieren alguna reflexión, como subir dos grados el termostato del aire acondicionado. Otras implican actividad física para modificar la envolvente de nuestra casa, como la necesaria para extender un toldo un día de mucho calor. En último término también podrían incluir el ecobricolage, como por ejemplo colocar burletes en puertas y ventanas mal ajustadas.

Una conducta eficiente necesita información para contrastar la eficacia de sus acciones, y por desgracia ésta no es fácilmente accesible. Tenemos recibos de la luz emitidos cada dos meses, y contadores, muchos antiguos, en algún punto poco visible de la casa o en el sótano del edificio. Un “contador de salón” con grandes cifras y gráficos del consumo sería muy útil para poner en práctica la conducta eficiente con mayores posibilidades de éxito.

He aquí algunas acciones que se pueden incluir en una conducta energéticamente eficiente:

Usar los manuales de instrucciones de los electrodomésticos y de cualquier aparato que consuma energía

Aunque puede ser duro sumergirse en los manuales de instrucciones, todos incluyen programas economizadores muy interesantes que permiten desconectar la instalación parcialmente pero sin perder la temperatura de confort deseada, como el “modo viaje” (durante ese período, la calefacción se conecta lo imprescindible para que la casa no se congele del todo), la posibilidad de modular la intensidad de uso de la instalación en función del grado de ocupación de la casa, etc.

Naturalmente, esto solo se aplica si se tiene el control de la instalación. Otras funciones que se pueden regular son la temperatura de salida del agua del calentador, la temperatura del refrigerador, los programas de la lavadora y el lavavajillas, etc.

Hábitos: conductas instintivas muy sencillas

Hay muchas oportunidades de desconectar un aparato antes de lo habitual, que se van acumulando dando al final un significativo incremento de la eficiencia energética. Aquí entra el proverbial gesto de apagar las luces al salir de una habitación.

Practicar el manejo economizador

En vez de fregar a chorro de agua caliente, usarla solamente para remojar al principio y terminar enjuagando con agua fría. Lo mismo se puede decir de una cocina eléctrica: podemos ahorrar mucha energía seleccionando la posición “4” en vez de la “6” para terminar la cocción una vez que se ha alcanzado la temperatura de ebullición. O podemos activar el modo reposo de los ordenadores nosotros mismos cuando nos levantamos un rato de la mesa de trabajo, en vez de esperar a que la máquina lo haga automáticamente.

Cada vez más aparatos nos ayudan con modos ECO, aunque es conveniente controlar los programas lo más directamente posible.

Organizar el espacio

Al igual que sucede en la colocación de las lámparas, aspecto fundamental de la eficiencia energética de la iluminación, es posible cambiar la ubicación y orientación de muchos aparatos y conseguir a cambio sustanciosos ahorros de energía: es muy importante la colocación adecuada de calefactores, aparatos de aire acondicionado y refrigeradores. También es importante para evitar sinergias negativas, como la reunión de demasiados focos de calor en un espacio reducido.

Definir pautas de uso en el tiempo

Como en el tradicional cambio de disposición de las casas en modo invierno/verano (colocando o retirando alfombras, cortinas, estores, toldos, etc.). Puede ser útil definir pautas de uso de la calefacción y el aire acondicionado con antelación.

Controlar

Revisar periódicamente facturas, contadores, indicadores, termostatos, etc. Se trata de mantener un ojo encima de los consumos de energía y de su evolución: ¿Disminuyen paulatinamente, no varían o presentan un aumento que no podemos explicar?

Comprobar

El usuario hábil de la energía realiza comprobaciones periódicas de buen funcionamiento de los aparatos y sistemas: esto puede ser tan sencillo como evitar obturaciones de salidas de calor o frío, objetos colocados sobre radiadores, rejillas de ventilación tapadas, etc. O bien detectar fugas de energía.

Mantenimiento

Tener un calendario de mantenimiento y revisiones, con acciones múltiples que pueden ir desde eliminar la escarcha del congelador del refrigerador a avisar al técnico para que venga a revisar la caldera de calefacción. Conviene seguir rigurosamente los calendarios oficiales de revisión de instalaciones de electricidad, gas y climatización.

La conducta eficiente en realidad consiste muchas veces en rediseñar procesos, igual que se hace en cualquier empresa. Si la expresión resulta un poco enrevesada, su práctica es muy sencilla: por ejemplo, calentar agua en el hervidor, en lugar de utilizar la placa de la cocina.

Al final, toda la conducta eficiente adecuada para una vivienda y su caso particular se podría resumir en un verdadero “manual de operaciones”, donde se indiquen todos los pasos a seguir ante cualquier uso de la energía y sus principales contingencias o imprevistos. Este manual podría estar dividido en capítulos como “Cocinar, climatizar, ventilar, refrescar, lavar ropa o vajilla, limpiar la casa”. Para cada proceso el manual daría instrucciones detalladas, con variantes para invierno y verano si es necesario. Incluso podría haber capítulos especiales, como “Como enfrentarse a un día de calor asfixiante”.

No hay que asustarse, no se trata de redactar y utilizar un grueso volumen de anillas y hojas intercambiables. En realidad, el manual de operaciones lo tenemos todos en la cabeza, sólo se trata de utilizarlo más conscientemente para ahorrar energía y dinero.